Dedicarme al interiorismo me ha permitido conocer más a profundidad los efectos que tiene un buen diseño en nuestro día a día. Si han seguido este blog seguramente ya han leído sobre los alcances que esta materia tiene sobre nuestra vida. Yo mismo he hablado del efecto de un buen diseño de una experiencia para su usuario. Pero el día de hoy me pongo a reflexionar sobre los efectos del interiorismo a nivel residencial y cómo comenzar a dedicarme a esto ha impactado en mis espacios personales.
Durante mucho tiempo me he considerado, hasta cierto punto, minimalista. No el tipo de minimalismo que se ha malinterpretado como tener casi nada o demasiado pocas cosas. Sino un minimalismo enfocado en sólo tener cosas que realmente me traigan valor a mi vida, sin importar de la cantidad que estas sean. Siguiendo esta línea de pensamiento comencé con ropa, chucherías diversas, inclusive apps en mi celular, fotografías de recuerdos y programas en la laptop. El último aspecto de mi vida que creo que he atendido y alineado a esta filosofía han sido mis espacios físicos, mi cuarto, la oficina, etc. Tras acomodar mis espacios con estos nuevos conocimientos que he adquirido sobre interiorismo puedo decir que sí ha impactado mi comportamiento y estos son los tres principales cambios que he notado:
Orden:
El orden en mis espacios es mucho más fácil de mantener, desde la ropa sucia hasta el ciclo de barrido y trapeado se hace con menos fricción. Con los elementos que tenía en casa pude diseñar pequeñas estrategias donde cada cosa tenía un espacio designado en función de su uso, lógica y mi estilo de vida. Esto permite que cada cosa tenga un hogar al cual debe regresar, y si no se encuentra en ese lugar la próxima vez me costará trabajo encontrarla o inclusive me estorbaría para hacer alguna otra labor. El orden no es cuestión de disciplina, es cuestión de un buen diseño estratégico que aporta valor.
Descanso:
El descanso es algo sagrado, mi madre siempre nos ha dicho la frase “si amas a alguien, déjalo dormir” y aún si dormir no es algo que principalmente haga en algunos de mis espacios, por ejemplo la sala, el descanso que siento al no ver demasiadas cosas en desorden me trae calma. Al principio yo era un escéptico sobre esto, pensaba que era más cuestión de personas que le daban demasiado control sobre su paz al orden y que no podían ver una servilleta fuera de su lugar porque el mundo se caía. Pero no fue hasta que comencé a intentarlo que noté que en efecto, tener un espacio con cierta limpieza y orden me trae más paz. No como una forma de satisfacción por haberlos mantenido limpios, sino una paz visual que no añade al ruido visual al que de por sí ya estamos sumamente expuestos en esta época. Esto me ha permitido descansar mejor durante el día, sentirme más fresco para que mis ideas fluyan y, curiosamente, llegar a la cama con más calma y conciliar el sueño más rápido.
Retomar buenos hábitos
Además de estos cambios en mi paz y orden, una de las principales cosas que he encontrado que se ven afectadas por buenos interiores es mi comportamiento. Particularmente el cómo mis espacios me invitan a retomar viejos hábitos que hacía tiempo no frecuentaba, como lo es la meditación. Hace mucho tiempo me decidí a comenzar a meditar de nuevo, y debo confesar que no ha sido tarea fácil retomarlo, en su mayoría por mi horario. Sin embargo, me ha ayudado mucho el tener un espacio diseñado y designado para mis meditaciones. Obviamente este espacio fue pensado en mi día a día y no me estorba en mis actividades. Como todos, tiene su orden y su hogar al cual volver, pero tenerlo ya preestablecido me invita a usarlo y reducir la fricción que hay entre el meditar o hacer cualquier otra cosa. Como alguna vez escuché por ahí “¿no tienes ropa de gym porque no vas al gym? ¿O no vas al gym porque no tienes ropa de gym?” Probablemente la respuesta esté en la mitad, pero fue una buena interrogante.
Me gustaría adjudicarme que el orden en el cual elegí cambiar mis cosas y espacios a esta filosofía minimalista y diseñada fue a propósito, pero la verdad es que, como muchas cosas en la vida, salió de forma poética y sin planear. En este caso al dejar mis espacios al final me permitió dedicarme al interiorismo y aprender de él antes de comenzar con los cambios. Debo confesar que esto fue algo bueno, porque estoy seguro hubiera cometido muchos errores y tal vez no hubiera tenido estos beneficios tan claros.
Con esto en mente me gustaría lanzar un par de interrogantes para ti:
¿En qué nuevo hábito te podrían ayudar tus espacios?
¿Qué sensación te dan tus espacios, calma o ruido visual/mental?
¿Qué tan mejor sería tu día a día con espacios bien diseñados para ti?
Nos leemos en el siguiente.